Rituales. Las máscaras del sol.
Rituales (Las máscaras del Sol) invita a adentrarse en el significado profundo de la celebración de la vida. Más acá de los mitos y de los ritos, por encima de las etiquetas sagradas o profanas, las estaciones dan vida a los hombres.
El autor de "Fiestas del mundo (Las máscaras de la Luna)", publicado en este misma colección, nos sitúa ahora en la otra cara del mundo, tal vez, la más impenetrable. Con los rituales se apaciguan las culturas y, a menudo, las religiones. Los rituales son su poder. Su repetición, una manera segura de colmar el pánico por el vacío y la circularidad del tiempo. Al hilo del gran viaje anual del Sol, iniciamos el nuestro en los tiempos míticos del ritual. Antes de poseer cualquier seguridad, el hombre de la Edad del Bronce grababa parecidos petroglifos en un otero de POntevendra o en un fiordo de Alta en Noruega. Aun antes de esas espirales, discos solares y hombres Leer más
Rituales (Las máscaras del Sol) invita a adentrarse en el significado profundo de la celebración de la vida. Más acá de los mitos y de los ritos, por encima de las etiquetas sagradas o profanas, las estaciones dan vida a los hombres.
El autor de "Fiestas del mundo (Las máscaras de la Luna)", publicado en este misma colección, nos sitúa ahora en la otra cara del mundo, tal vez, la más impenetrable. Con los rituales se apaciguan las culturas y, a menudo, las religiones. Los rituales son su poder. Su repetición, una manera segura de colmar el pánico por el vacío y la circularidad del tiempo. Al hilo del gran viaje anual del Sol, iniciamos el nuestro en los tiempos míticos del ritual. Antes de poseer cualquier seguridad, el hombre de la Edad del Bronce grababa parecidos petroglifos en un otero de POntevendra o en un fiordo de Alta en Noruega. Aun antes de esas espirales, discos solares y hombres danzantes, había aparecido el Sol de Maui al que los polinesios debian amarrar para qeu no les abandonase. Pero todavía resultan vigorosos los homenajes al Inti en los Andes peruanos.
Rituales escandidos en dos solsticios y dos equinoccios, que nos acercan sugestivamente al sentido estacional con el que vibra el interior de muchas culturas. En primavera florece el shintoísmo de los tempos y las calles de Nikko, no sólo las azaleas; el peculiar monofisismo ortodoxo de Lalibela, la ciudad etíope de las iglesias enterradas; o la mixtura india, negra y española en la selva colombiana del Chocó, allá por la Pascua.
Tal vez, en la rotundidad del estío, no haya rituales tan desgarrados como los españoles, con el toro de víctima propiciatoria. Las antiguas pinturas rupestreslevantinas presagiaron la importancia que ha adquirido todo lo que se sacrifica en España a las cinco de una tarde de verano. Si no, en Madrid, se sueltan el pelo y las palomas por la Virgen de agosto. Mientras, en la sagrada Kataragama del sur de Ceilán, es a un dios con muchas caras al qeu se le consagran al unísono rituales hindúes, budistas y de faquires musulmanes.
En otoño preside la ambigüedad . Cualquier momento ropical es bueno para un bautizosi para ello se preparan tan concienzudamente como los menoritas de Paraguay. Cualquier ola caribeña sirve, por su lado, para iniciar a los nuevos piratas de las islas Caimanes.
Con el solsticio del invierno viene la promesa de la renovación del año. Los días se harán más largos, aunqeu para los derviches turcos de Konya la danza es tiempo y espacio siempre místicos. Nada que ver con los deseos tan carnales de los espiirtistas que despiden el año con sus ofrendas de Iemanjá, la diosa del agitado mar de Copacabana.
- Temática
- Varios
- Autor
-
Luis Pancobro López
- Colección
- Libros del Buen Andar
- Fecha de Lanzamiento
- 01/01/1998
- EAN
- 9788476282281
- ISBN
- 978-84-7628-228-1
- Idioma
- Español
- Número de páginas
- 160
- Formato
- Libro
- Altura
- 25 cm
- Ancho
- 19 cm
- Peso
- 630 g