El Oriente mediterráneo no es un destino habitual de los viajeros occidentales. De hecho, muchas de las ciudades que describe desde la emoción de visitarlas Antonio Fuster en este libro están mñas cerca de la imaginación, del poso que dejan en la memoria los lugares legendarios, que de la voluntad real de conocerlas.
Asia Menor y Palestina y las tierras que unen a ambas se reputan como lugares no aptos para quien quiere viajar sin sobresaltos.
Y nada más lejos de la realidad.
Este libro intenta desbrozar temores, invitar al conocimiento directo, urgir el viaje. Y lo hace más desde el sentimiento que desde la razón. Porque las palabras e imágenes que siguen fueron esbozadas unas, captadas las otras en soledad, enfrentando el autor con los lugares que describe, en el mismo acto del descubrimiento, y llegando hasta ellos despacio, conociendo a fondo sus gentes y sus paisajes, a la Leer más
El Oriente mediterráneo no es un destino habitual de los viajeros occidentales. De hecho, muchas de las ciudades que describe desde la emoción de visitarlas Antonio Fuster en este libro están mñas cerca de la imaginación, del poso que dejan en la memoria los lugares legendarios, que de la voluntad real de conocerlas.
Asia Menor y Palestina y las tierras que unen a ambas se reputan como lugares no aptos para quien quiere viajar sin sobresaltos.
Y nada más lejos de la realidad.
Este libro intenta desbrozar temores, invitar al conocimiento directo, urgir el viaje. Y lo hace más desde el sentimiento que desde la razón. Porque las palabras e imágenes que siguen fueron esbozadas unas, captadas las otras en soledad, enfrentando el autor con los lugares que describe, en el mismo acto del descubrimiento, y llegando hasta ellos despacio, conociendo a fondo sus gentes y sus paisajes, a la velocidad con la que hay que conocer las cosas realmente hermosas.
Petra o Palmira o Éfeso o tantas otras ciudades que habian estas páginas están ahí, tan cerca que parece mentira que aún no hayamos tomado la decisión firme de pisar sus piedras centenarias.
Pero eso ya no será así tras la lectura de Ciudades del Oriente Próximo. ¡Seguro!
